Cuatro poemas de Paul Auster


[Versiones de Mauricio Montiel Figueiras]Canción de los gradosEn los lotes baldíosdel solsticio. En la luzque apostaste a las ruinasdel asombro. Cúmulos de arena:postrado en oración — la distanciaaceptótu nombre.Tú. Y otra vez tú.Retrocedeun paso: lo que es másya no es más: nadaha sido nuncasuficiente. Tiendas,montadas y embestidas: una escaleralabradaen un lecho de roca: los abruptospeldaños nimbadosde fuego. Túy después nosotros. La tierrano preguntapor nadie.Que así sea. Muchomejor — tantas palabras,barridas y acarreadaspor tus rodillas beduinas,no conjurarán tu hogar. Aunsi salieras a rastras de la pielde tu hermano,no irías más alláde lo que respiras: ningúnángel puede curartedel nombre.Minima. Memoriay espejismo. En cada puntoque te detienes a respirarconstruiremos una ciudada tu alrededor. Tu almano volverá a atravesarel muro tapizadode estrellasque se alza en nuestras noches.Dialecto de fuegoVacilas. Te derrumbas.Te levantas.Acunadopor el gong de las horasque resuena en el acebodoce vecesmás plácido que tú, algoliberado por alguienrescata tu nombre del carbón.Nuevamenteestás de pie, aspirandoel sol fantasmaa caballo entre el hielo y el ensueño.He venido por ti desde tan lejosque la vozque el eco me devuelveya no es la mía.GnomonSol de septiembre, sin ilusiones. El campopúrpura arrojadoa las horas del hálito primero. No tesometerás a esta luz, no excluiráslos atentosescombros de luz de tus ojos.Cielo de verdad. Y tú,igual que todolo que se mueve. Semilla analizable,dedal de viento. Nube agrietada,gusano: la fraseabierta que te absorbejusto cuando empiezoa callar.Quizá, entonces, un mundoque segrega su cosechaen los pulmones, un modode sobrevivir sólo mediante larespiración. Y si no hay nada,pues deja que la nada seala sombraque camina dentro de tu sombra, el cuerpoque lancela primera piedra, para que aun mientraste alejas de ti mismo puedas sentirlaanhelándote, hora tras hora,a través de las inmensasviñas de los vivos.ClandestinoRecordemos juntos hoy — la palabray la antipalabradel testigo: la aurora palpable saliendode mi puño: el apretónciliar del sol: el tramo de penumbraque escribísobre la mesa del sueño.Ha llegado la hora.Llévate de una veztodo lo que has venidoa quitarme. Noolvidesolvidar. Llénatelos bolsillos de tierra,sella la entradade mi gruta.Fue ahí dondesoñé mi vidaen un sueñode fuego.AQ

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