Con 'La vida es sueño' regresa el teatro a Bellas Artes


Con La vida es sueño (1635), la obra existencial de Pedro Calderón de la Barca con la que vuelve el teatro al Palacio de Bellas Artes, se busca interpelar al espectador para responderse qué es la vida y disfrutar lo que se tiene, afirma Miguel Cuerdo, productor de montaje del británico Declan Donnellan.“Me quedo con la parte filosófica; es un texto existencialista en el que hay una frase de Segismundo, en la que se pregunta qué es la vida”, dice en entrevista Cuerdo, cuya compañía LaZona coproduce la obra con la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España (CNTC) y la Cheek by Jowl de Donnellan. “Como anécdota, en algunas representaciones ha habido gente que ha respondido; o sea, de alguna manera el espectador se siente interpelado y obligado a responder: qué es la vida, qué hemos venido a hacer aquí, qué es la libertad, qué es la realidad o dónde acaban los sueños y empieza la realidad”, dice.En el regreso del teatro a Bellas Artes, se presentarán los clásicos: La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca, en funciones el 7, 8 y 9 de mayo; y Los empeños de una casa, de sor Juana Inés de la Cruz, con la Compañía Nacional de Teatro, con dirección de Aurora Cano, los días 16, 18 y 19 de mayo.La comedia en tres actos o jornadas se ambienta en Polonia, donde el príncipe heredero Segismundo es encerrado, por su padre el rey Basilio, desde su nacimiento en una torre, de la que años después es llevado en sueños a su palacio, pero después es devuelto en sueños también a su encierro o su realidad.Sobre qué le puede decir el montaje de esta obra a los mexicanos, inmersos en un clima de violencia, Cuerdo subraya que la pieza no trata de una guerra civil, sino algo más fuerte: un conflicto padre e hijo.“Se plantea también el absurdo de cómo llegamos a enfrentamientos sin ninguna explicación en el fondo, que nos dejamos llevar por cosas que no tienen realmente importancia. Y yo creo que es otro de los temas que puede tocar con la realidad mexicana”, consideró el fundador de la compañía LaZona.El actor y productor agrega que en la actualidad, como en los tiempos del dramaturgo del Siglo de Oro, muchas cosas se viven como si fueran un sueño, por lo que la obra escrita hace casi 500 años sigue vigente.“Ve todas las cosas que están pasando en Palestina, todos estos ataques, la guerra. La vida es sueño te interpela sobre la existencia y sobre lo que estamos haciendo en el mundo”, añade el artista escénico, quien además impartirá un taller el miércoles 8 de mayo en el Centro Cultural España (CCEMx).Destacó como algo extraordinario esta coproducción, la primera que hace Donnellan de un clásico en español con actores españoles, que se une al festejo por el 90 aniversario del Palacio de Bellas Artes, donde hace una década la CNTC ya había montado La verdad sospechosa, de Juan Ruiz de Alarcón. “Me parece maravilloso. La estrenamos en octubre de 2022 en la sede de la CNTC, el Teatro de la Comedia, con tres meses seguidos de lleno total; hemos hecho giras nacional e internacional muy amplias, en Londres, el Festival de Edimburgo, Génova, Budapest. En América estuvimos en Argentina y ahora venimos a México, lo que nos hace mucha ilusión”, dijo Cuerdo mientras visitaba Teotihuacán.Recordó que Donnellan siempre ha trabajado con teatro clásico, dependiendo del país en el que se encuentre, como cuando hizo Chéjov en Rusia, hasta que comenzó la invasión de este país a Ucrania. “Y en España quería trabajar con un clásico y La vida es sueño es el clásico más conocido dentro y fuera del país. El sello que Declan impone es en cómo los actores enfrentan a los personajes en el texto, que es una manera de decir que básicamente lo que hacen es llevarse lo que dice cada personaje a sí mismos para decirlo en primera persona. Lo más impresionante que hace Donnellan es el trabajo con los actores, espectacular. De hecho, Alfredo Noval, que hace Segismundo, Goizalde Núñez (Clarín) y Ernesto Arias (Basilio), los tres han ganado premios de interpretación por esta obra y no es casualidad”. Completan el elenco en la adaptación de Donnellan y Nick Ormerod: Ángel Ruiz, Rebeca Matellán, Manuel Moya, Irene Serrano, Antonio Prieto y Prince Ezeanyim.Cuerdo explicó que, aunque tenía mucha ilusión de venir a México, el director británico, de 71 años, se sometió a una intervención médica y prefirió no arriesgarse para él montar el clásico del Siglo de Oro.Aclaró que la puesta en escena del británico no es de época, ni tampoco el vestuario o la escenografía.“Nos gusta decir que es una puesta en escena contemporánea, porque pretende que nos sintamos identificados y que lo veamos como teatro actual. O sea, que el clásico no es historia sino un texto que trata temas contemporáneos que nos afectan día a día y que se plantean ahí”, expuso el productor.En el caso de la escenografía, es simbólica, con una pared verde con siete puertas que se abren o cierran dependiendo del espacio o de la iluminación, que puede ser la torre donde está encerrado Segismundo o el palacio. Al final, todas las puertas están abiertas y se utiliza el fondo del escenario de cada teatro donde montan la obra y que representa el campo de batalla.Y destaca que, aunque para él el tema central de La vida es sueño se enfoca en la fragilidad de la vida, también el personaje de Segismundo, en sus conclusiones finales, abre la esperanza al indicar que, si bien no se sabe si lo que se vive es realidad o ficción, mientras tanto hay que disfrutar y hacer el bien.“Y lo dice con una frase preciosa”, concluye Miguel Cuerdo:“¿Qué os admira? ¿Qué os espanta, si fue mi maestro un sueño, y estoy temiendo, en mis ansias, que he de despertar y hallarme otra vez en mi cerrada prisión? Y cuando no sea, el soñarlo sólo basta; pues así llegué a saber que toda la dicha humana, en fin, pasa como sueño, y quiero hoy aprovecharla el tiempo que me durare, pidiendo de nuestras faltas perdón, pues de pechos nobles es tan propio el perdonarlas”.PCL

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